En todas las locuciones audiovisuales influyen rasgos no verbales que estructuran sintácticamente el discurso e intervienen de forma decisiva en el sentido final que acabará adquiriendo una oración. Estos rasgos son las pausas, la entonación, la puntuación en la locución, el ritmo y la actitud.[1]
Cuando hablamos o leemos en voz alta, las interrupciones o detenciones que hacemos reciben el nombre de pausa. Las pausas son necesarias por dos razones: fisiológica, dado que es imprescindible respirar y almacenar aire en los pulmones para poder realizar los actos de habla y lingüística, porque la sintaxis, el significado, la expresividad exigen la segmentación del contínuum fónico en las pausas.[2] La pausa es la base de la organización del discurso oral, ocupa un lugar clave en la construcción de la sintaxis sonora. Un planteamiento sintáctico-sonoro adecuado conlleva que el locutor trabaje con secuencias fónicas variables, en lugar de hacerlo con estructuras gramaticales rígidas. Sin embargo, definir con exactitud lo que es una pausa es complicado debido a que suele ser concebida como un pequeño silencio. Para diferenciar la pausa de silencio, se ha establecido que la pausa es un silencio inferior a 3 segundos, mientras que el silencio comienza a partir de los 3 segundos sin sonido. Dentro del discurso oral existen distintos tipos de pausas:[3]
- Significativas: su presencia o ausencia cambia el significado del enunciado.
- Finales absolutas: son las que aparecen tras un enunciado completo. La ortografía las señala por medio de un punto o de punto y coma
- Enumerativas: las otorgadas entre unidades de numeración.
- Potenciales: creadas por voluntad del hablante.
- Explicativas: la que aparece al principio y al final de un enunciado explicativo introducido en un enunciado más amplio.
La entonación es el resultado de las variaciones controladas de tono que se van sucediendo conforme hablamos. La entonación es uno de los vehículos de expresividad más importantes, las palabras adquieren un sentido u otro según la entonación que les demos. Según palabras textuales de Antonio Quilis, La entonación es la función lingüísticamente significativa, socialmente representativa e individualmente expresiva de la frecuencia fundamental en el nivel de la oración.[4]
La entonación puede ser modificable por el emisor, dado que además de su función significativa en algunas lenguas, sirve para expresar los sentimientos que acompañan a la emisión de un determinado enunciado. La entonación depende principalmente de las alteraciones de frecuencia en las vibraciones laríngeas, es decir, de las variaciones del tono.
Las variaciones tonales más significativas respecto al sentido del discurso, se producen en la parte final de los grupos fónicos, que es donde realmente el discurso adquiere su verdadera significación y donde se origina la “musicalidad” de una locución correcta.
Las principales modificaciones tonales que afectan al final de cada secuencia sonora son la cadencia, presenta el nivel de inflexión descendente, el descenso de la curva entonativa se verifica a partir de la última sílaba tónica. Se realiza en oraciones enunciativas y exclamativas, las cuales confieren un sentido completo a lo dicho.
La suspensión o mantenimiento del tono, en el cual, el nivel del tono se interrumpe en un nivel intermedio, normalmente se emplea en enumeraciones y la anticadencia, la entonación ascendente que suele ir ligada a las oraciones admirativas e interrogativas.[5]
La puntuación en la locución ayuda a que se reproduzcan acústicamente las pausas o entonaciones correctas. Los signos de puntuación más empleados son el punto, la coma, los dos puntos, los puntos suspensivos y los signos de exclamación/ interrogación.[6]
El ritmo es uno de los rasgos de la expresión fonoestética que influye de manera más directa sobre la construcción del sentido del discurso oral[7]. No hay que concebirlo sólo como la velocidad en la que se expresa el locutor.
Finalmente, la actitud a la hora de locutar está estrechamente relacionada con la disposición del presentador para comunicar.[8] La actitud cambia según la postura que adopte el hablante en relación a lo que explica o describe y también influye el público al que se dirige. En conclusión, la actitud no corresponde a ningún patrón fijo, sino que varíavaria según la postura que este adopte en relacion a lo que explica o describe i en relacion al público al que se dirije. Es decir, que la actitud no corresponde a un patrón fijo, sino que varia en función de estos aspectos mencionados.
[1] HUERTAS Y PERONA, Redacción audiovisual en los medios audiovisuales:
[2] QUILIS, Antonio, “Tratado de Fonología y Fonética españolas”, (1997) Editorial: Gredos, Madrid. Capítulo 7, pág. 82
[3] HUERTAS Y PERONA, Redacción audiovisual en los medios audiovisuales:
[4] QUILIS, Antonio, Tratado de Fonología y Fonética españolas, (1997) Editorial: Gredos, Madrid. Capítulo 6, pág. 70
[5] HUERTAS Y PERONA, Redacción audiovisual en los medios audiovisuales:
[6] HUERTAS Y PERONA, Redacción audiovisual en los medios audiovisuales:
[7] HUERTAS Y PERONA, Redacción audiovisual en los medios audiovisuales:
[8] PUIG, Jaume, PowerPoint Nº8
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